La chica se aislaba en sus pensamientos, ajena a las personas que pasaban a su lado. Algunos simplemente seguian su camino y otros curiosos dirigian una fugaz mirada hacia ella, seguramente atraidos por su innegable belleza. Un chico, montado en su bicicleta se detuvo en seco frente a ella. Se detuvo a mirarla durante un tiempo. En la cara del joven comenzo a forjarse una expresion de fascinación tras la cual sus manos comenzaron a moverse lentamente hacia la mochila que colgaba de sus hombros, como si a pesar de su silencio ella fuera a despertarse de repente.
De su desgastada bolsa llena de parches y remiendos sacó una pequeña libreta y un lápiz tajado bruscamente con el filo de su navaja. El chico se sentó con la ligereza de una pluma sobre el suelo, a poco más de un metro de la joven y comenzó a deslizar su lápiz sobre el grueso papel blanco del cuaderno de dibujo, haciendo delicados trazos de color carbón que parecían casi invisibles sobre el lienzo, trazos que centímetro a centímetro iban ilustrando la hermosa figura de la joven que permanecía dulcemente ajena a lo que ocurría a su alrededor.
Los trazos se convirtieron en figuras y los minutos en horas y ella seguía desconociendo la presencia de aquel improvisado artista callejero que había quedado inevitablemente prendado de el hechizo que desprendía su rostro angelical bajo el Sol de medio día.
Cuando el dibujo estaba a punto de ser acabado, la mina del lápiz se rompió por el extremo, dejando escapar un sonido seco. Nadie pareció darse cuenta de ello, nadie excepto su involuntaria musa quien comenzó a abrir lentamente los ojos. Entre sus pálidos párpados apareció el profundo azul del mar, custodiando en su centro una perla de color negro azabache que ahora miraba fijamente al chico.
Una vez despertó del todo, reaccionó levantándose bruscamente mientras examinaba mas detenidamente al inquietante desconocido. La chica quiso preguntarle porque estaba allí sentado frente a ella, pero seguramente su idioma seria algo desconocido para el joven y ella no dominaba demasiado bien el idioma local así que lo que pretendía ser una pregunta se convirtió en tan solo unas palabras sueltas y sin demasiado sentido pero que parecieron ser lo suficientemente claras para el chico que se levanto y avergonzado, acerco la libreta a las manos de la chica.
Su respuesta fue un largo e incomodo silencio durante el cual la chica examinó cuidadosamente el retrato. La cabeza de la joven se lleno de adjetivos para describir aquel precioso dibujo, pero una vez más no supo como expresarlo verbalmente, lo que le hizo sentirse bastante inútil en ese momento. Así que sin decir nada, se acerco a Él y le miró a los ojos, eran marrones y claros, parecían hechos de madera pues tenían muchas betas que los hacían mas oscuros en ciertas zonas, ciertamente le gustaban sus ojos, tanto como para quedarse investigando cuidadosamente cada uno de sus recovecos durante toda la tarde.
La chica arranco el dibujo de la libreta sin poder consultárselo al artista y se lo guardó en su bolsa de viaje, de nuevo sin mediar palabra recorrió con su rostro el poco espacio que había ahora entre ellos y con sus finos labios de terciopelo beso dulcemente su áspera mejilla durante unos segundos. Tras esto se alejo caminando ligeramente entre los dispersos arboles del parque, llevándose con ella su bolsa, el dibujo y un pequeño hueco en la memoria de aquel desconocido para el cual ella también seria una completa desconocida
Que precioso O.O
ResponderEliminar(me encanta lo del dibujo... y como acaba).