To live is to die.

"When a man lies he murders
Some part of the world
These are the pale deaths which
Men miscall their lives
All this i cannot bear
To witness any longer
Cannot the kingdom of salvation
Take me home."

Clifford Lee Burton (1962-1986)

domingo, 2 de enero de 2011

Convergencias vitales.


Agua caliente aguardaba pacientemente sobre la inmaculada porcelana. La habitación no parecía necesitar más iluminación que el tenue resplandor de dos velas a cada extremo de la bañera y la lumbre que provenía del quemador de incienso. El suelo estaba frío y el espejo empañado por la diferencia de temperatura.
La música se fundía con el vapor de agua que emanaba desde la superficie de aquel fragmento de océano, creando una situación casi extrasensorial que estimulaba los sentidos separándolos de su componente puramente humano y empujándolos hacia un viaje en forma de espiral con rumbo desconocido. Había creado un incendio bajo el agua en calma, un incendio que no parecía destinado a extinguirse.
Sumergirse en ese tanque de esencias seria volver de nuevo al estado más puro del ser humano, a lo primitivo. Despojado de todo recurso, en el espacio incierto donde el agua y el fuego se juntan, creando un amalgama de estímulos casi imperceptibles. Silencio… la música se para y todo permanece en estado de espera.
Algo se oye, rítmico y repetitivo. No es un sonido nuevo para mí, ya lo había escuchado antes, pero no de esta manera pura y sin adulterar. Es como suena la vida cuando la dejas correr libre sobre tierras desconocidas, el trotar de mil caballos dentro de tu pecho.