To live is to die.

"When a man lies he murders
Some part of the world
These are the pale deaths which
Men miscall their lives
All this i cannot bear
To witness any longer
Cannot the kingdom of salvation
Take me home."

Clifford Lee Burton (1962-1986)

sábado, 26 de junio de 2010

Un Día


Un día esta ciudad desaparecerá de los mapas, los océanos dejaran de serlo y las montañas se volverán infinitos desiertos.

Un día nada de esto habrá pasado nunca y tu sonrisa no sera mas que un antiguo recuerdo que se aleja en mi retrovisor.`

Un día las lagrimas dejaran de caer y podré volver a mirar al cielo sin temer que este caiga sobre mi como una pesada y fría lluvia invernal.

El invierno no dura eternamente, al igual que el resto de estaciones, y me gustaba pasarlo contigo, al igual que el resto de estaciones.

Un día me recordarás, al ver la nieve caer o al llegar a una estación.
Se que un día me echaras de menos, un día cuando yo ya este demasiado lejos y ya no encuentre razones para volver.

Un día mirare atrás, y ya solo veré el ardiente asfalto.

Un día mirare hacia delante, y ese día, no habrá vuelta atrás.

jueves, 24 de junio de 2010

Vasos llenos y acordes vacíos


Pasaban las horas y Él seguía recorriendo las calles de aquella humilde ciudad con su guitarra a la espalda. No sabia muy bien que buscaba, simplemente dejaba que el traicionero azar le conduciese a encontrarse con sus ojos entre el mar de miradas en el que se había convertido la calle principal aquella tarde, la primera del verano. No estaba seguro de que ella hubiera venido a la ciudad y también dudaba sobre como reaccionar en el mas que improbable caso de encontrarse con ella pero aun así seguía caminando sin seguir rumbo alguno, como una frágil embarcación eternamente a la deriva.

Todo parecía haberle salido mal aquella tarde. Por más que intentaba tocar la guitarra, hasta los acordes mas bellos parecían vacíos y sin sentido si no hablaban de ella, hasta el cobrizo whiskey de su vaso parecía mirarle con desdén por estar sentado solo en aquel pequeño bar que acostumbraba a visitar cada semana y todos los semáforos parecían haberse puesto de acuerdo para ralentizar el paso del chico.

Cuando la noche comenzaba a oscurecer aun más la calles de su ciudad, decidió que era la hora de volver a casa para seguir poniendo en orden su desconcertada cabeza, tan enredada como su larga melena.
Tras el solo quedarían los restos de su whiskey y el eco de su guitarra que aun resonaba entre los edificios.

domingo, 20 de junio de 2010

Invierno en una noche de verano


Ayer fue invierno en sus labios por unos instantes, parecía como si la nieve volviese a cubrir las aceras y solo quedásemos nosotros para disfrutar de aquel gélido paisaje invernal.

Nuestros labios se separaron tan solo unos centímetros, lo suficiente como para ver sus ojos aguamarina clavándose en los míos. Mis manos la rodeaban como si eso fuera a impedir que el tiempo pasase aquella noche tan oscura, sin apenas luces en el cielo.

Hacia mucho tiempo que buscaba aquella sensación que no acertaría a definir, pero que se acerca al significado de la palabra felicidad. No podía evitar caminar a su lado con una sonrisa en la cara, mientras compartíamos aquel viejo paraguas bajo la discreta lluvia que caía entonces. Podríamos habernos quedado allí parados toda la noche sintiendo el agua caer sobre nosotros, sin llegar a tocarnos, pero en lugar de eso seguimos caminando como hasta entonces.

Tarde o temprano amanecerá, pensaba yo, hoy tengo miedo al amanecer, tengo miedo al mañana y tengo miedo a perder todo esto…

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Respiración entrecortada en medio de la noche. Había sido difícil quedarse dormido, pues ella se había empeñado en quedarse en mi cabeza, aun cuando ya se encontraba de camino a casa.

Intente distraer en vano mis pensamientos hasta quedarme dormido, pero aun asi tu imagen me asaltaba una y otra vez.

Despierto en mitad de la noche, completamente en silencio porque a algunas palabras les da miedo la oscuridad si tu no estas ahi para escucharlas...

sábado, 12 de junio de 2010

A Hard Rain is Gonna Fall...




Hoy prefiero no mirar al cielo, es como asomarse para presenciar un desolador paisaje.
Lleva cuatro días lloviendo, pero siento que sobre mi, ha llovido durante mucho mas tiempo, tanto que ya se me han olvidado los días felices, aquellos en los que tenia alguien a quien abrazar, alguien a quien hacer sentirse especial.
Esta tarde se esfuma poco a poco, a pesar de mis intentos de aprovecharla, solo me sale escribir y escuchar a Bob Dylan, como si sus letras fueran a darme alguna solución fácil, aunque ciertamente aveces me sienta como llamando a las puertas del cielo.
Los pensamientos pasan fugaces por mi cabeza, entran si avisar y dejan las puertas entreabiertas, se empeñan en recordarme una y otra vez lo que ya se. Hecho de menos la comodidad del amor correspondido y el poder decirle a una persona que verdaderamente la quieres mas que a nada en este mundo, simplemente buscando unas mejillas sonrojadas y una tímida sonrisa.
El calor del verano llegara pronto, para intentar calentar mi corazón de hielo que tanto daño ha hecho. Pero aunque el Sol no brillara para siempre, de momento me conformo con que haga que deje de llover.

lunes, 7 de junio de 2010

Trazos para una desconocida

La madera le molestaba en la espalda. El sol quemaba los delicados parpados que permanecian cerrados sobre sus ojos, y el viento jugaba con sus rizos dorados sobre el banco de aquel parque en medio de la ciudad, aquel pulmón artificial que ayudaba a la agotada urbe a respirar entre el cargado ambiente que la rodea dia a dia.
La chica se aislaba en sus pensamientos, ajena a las personas que pasaban a su lado. Algunos simplemente seguian su camino y otros curiosos dirigian una fugaz mirada hacia ella, seguramente atraidos por su innegable belleza. Un chico, montado en su bicicleta se detuvo en seco frente a ella. Se detuvo a mirarla durante un tiempo. En la cara del joven comenzo a forjarse una expresion de fascinación tras la cual sus manos comenzaron a moverse lentamente hacia la mochila que colgaba de sus hombros, como si a pesar de su silencio ella fuera a despertarse de repente.
De su desgastada bolsa llena de parches y remiendos sacó una pequeña libreta y un lápiz tajado bruscamente con el filo de su navaja. El chico se sentó con la ligereza de una pluma sobre el suelo, a poco más de un metro de la joven y comenzó a deslizar su lápiz sobre el grueso papel blanco del cuaderno de dibujo, haciendo delicados trazos de color carbón que parecían casi invisibles sobre el lienzo, trazos que centímetro a centímetro iban ilustrando la hermosa figura de la joven que permanecía dulcemente ajena a lo que ocurría a su alrededor.
Los trazos se convirtieron en figuras y los minutos en horas y ella seguía desconociendo la presencia de aquel improvisado artista callejero que había quedado inevitablemente prendado de el hechizo que desprendía su rostro angelical bajo el Sol de medio día.
Cuando el dibujo estaba a punto de ser acabado, la mina del lápiz se rompió por el extremo, dejando escapar un sonido seco. Nadie pareció darse cuenta de ello, nadie excepto su involuntaria musa quien comenzó a abrir lentamente los ojos. Entre sus pálidos párpados apareció el profundo azul del mar, custodiando en su centro una perla de color negro azabache que ahora miraba fijamente al chico.
Una vez despertó del todo, reaccionó levantándose bruscamente mientras examinaba mas detenidamente al inquietante desconocido. La chica quiso preguntarle porque estaba allí sentado frente a ella, pero seguramente su idioma seria algo desconocido para el joven y ella no dominaba demasiado bien el idioma local así que lo que pretendía ser una pregunta se convirtió en tan solo unas palabras sueltas y sin demasiado sentido pero que parecieron ser lo suficientemente claras para el chico que se levanto y avergonzado, acerco la libreta a las manos de la chica.

Su respuesta fue un largo e incomodo silencio durante el cual la chica examinó cuidadosamente el retrato. La cabeza de la joven se lleno de adjetivos para describir aquel precioso dibujo, pero una vez más no supo como expresarlo verbalmente, lo que le hizo sentirse bastante inútil en ese momento. Así que sin decir nada, se acerco a Él y le miró a los ojos, eran marrones y claros, parecían hechos de madera pues tenían muchas betas que los hacían mas oscuros en ciertas zonas, ciertamente le gustaban sus ojos, tanto como para quedarse investigando cuidadosamente cada uno de sus recovecos durante toda la tarde.
La chica arranco el dibujo de la libreta sin poder consultárselo al artista y se lo guardó en su bolsa de viaje, de nuevo sin mediar palabra recorrió con su rostro el poco espacio que había ahora entre ellos y con sus finos labios de terciopelo beso dulcemente su áspera mejilla durante unos segundos. Tras esto se alejo caminando ligeramente entre los dispersos arboles del parque, llevándose con ella su bolsa, el dibujo y un pequeño hueco en la memoria de aquel desconocido para el cual ella también seria una completa desconocida

martes, 1 de junio de 2010

Un lugar al que siempre podre llamar hogar




[...] Tras el ensayo continuamos hablando un buen rato, las palabras volaban agiles entre el humo que inundaba la sala de estar y nuestras mentes, a pesar de estar cansadas intentaban no perder un solo detalle de la conversación . A medida que el día se hacia más y más oscuro, el silencio comenzaba a inundar la bahia, dandole un aspecto mágico que la hacía parecer aun más especial.
Mientras ellos continuaban hablando, el suave arrullo de las olas parecia impulsarme a salir a la cubierta de aquella fragil embarcacion. Subí las escaleras dejando el ruido del crujir de la madera tras de mi y fue entonces, tras poner un pie en el exterior cuando me enamore.

Me enamore de aquella ciudad como quien se enamora de su mejor amiga, siempre habia estado ahi pero nunca la habia visto con esos ojos.
Miles de Pequeñas luces reflejadas en el oscuro mar en que se transformaba la bahia cada noche, formaban un paisaje atrayente y adictivo que me hacia querer fundirme con el.
En la quietud de la noche, solo se oian las atenuadas voces de mis compañeros que se filtraban con dificultad entre la madera de la embarcación y el tintineo de algun boya perdida en algún rincon de aquel inmenso oceano de azabache.

Sobre todo aquello que contemplaba, se encontraban desperdigadas por un oscuro lienzo, millones de estrellas, brillando como cada noche. Estubiese donde estubiese, ellas me seguian. Aquel cielo del que fui testigo aquella noche, era el mismo que vigilaba pacientemente a Betty, que ya estaria tranquilamente en su casa, sana y salva entre sus seres queridos, pero tambien era el mismo que mis padres podian estar observando en aquellos momentos desde el porche de casa, como solían hacer los sabados por la noche. Me preguntaba si seguirian echandome de menos, si aun recordarian mi voz...


Fragmento extraido de : Las estrellas no brillan solas por Daniel Lee Burton