Las cuatro paredes de hormigón que me separan a mi y al resto de la tropa de la cruda realidad son como un frío parentesis que nos mantiene aparentemente seguros y aislados del constante clima de hostilidad que dia trás dia se empeña en recordarnos que lo mas probable es que no todos podamos volver a casa cuando todo esto llegue a su fin, si es que existe un final.
Sobre nuestras cabezas, el cielo lleva demasiado tiempo eclipsado por una densa neblina compuesta por hollin y pólvora, que hace que a los rayos del Sol les cueste llegar hasta nosotros. Aquella agotadora oscuridad hacia cada día más dificil recordar el intenso azul que solía observar en las tranquilas tardes de verano.
El tiempo pasa inexsorablemente, se escapa y fluye etereo entre nuestros dedos, ya no me esfuerzo en intentar pensar en si es lunes o viernes , sencillamente es irrelevante cuando levantarse cada mañana supone empuñar un arma y usarla contra gente a la que ni siquiera conoces.
Yo no elegí empezar esta guerra, pero todo el mundo parece intentar hacerme creer que esta en mis manos acabarla.
Mis ojos estan cansados de ser testigos de esta masacre sin sentido y mis manos añoran el tacto calido de la piel, ahora reemplazado por el frio del metal de aleación y la seca arena de este infinito desierto del que nadie conoce la salida. Las heridas van convirtiendose poco a poco en amargas cicatrices que solo me recuerdan a tiroteos sin sentido e incursiones fallidas, cicatrices que permaneceran ahi toda mi vida, aunque ultimamente, toda mi vida puede no parecer gran cosa. Sentirse un peon, bajo el control de un jugador suicida te enseñan a anteponer la patria a tu propia vida, llevando al extremo el aparentemente noble concepto: "morir por tu pais"
Esta guerra no puede ser ganada, pues la Guerra no es mas que un juego de perdedores apostando vidas humanas para ganar muertes.
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