To live is to die.

"When a man lies he murders
Some part of the world
These are the pale deaths which
Men miscall their lives
All this i cannot bear
To witness any longer
Cannot the kingdom of salvation
Take me home."

Clifford Lee Burton (1962-1986)

domingo, 16 de mayo de 2010

Corre aunque no sepas porque





Se levanta por las mañanas porque es la única manera de poder volver a acostarse unas horas mas tarde, tras vivir un aparentemente predecible día que siempre le depara alguna que otra sorpresa, a veces más de las que le gustarían.

Levanta la pesada persiana y abre la ventana, observa el mismo paisaje de cada mañana el sol llevaba varios meses sin madrugar tanto y ella debe aprovecharlo, así que se viste sin reparar demasiado en si sus calcetines van a juego con su camiseta y se pone sus viejos playeros con las suelas ya desgastadas de sobrevolar el asfalto.

Baja las escaleras, siempre de dos en dos, pues si algo puede hacerse más rápido, ¿Porque no hacerlo? Piensa ella.

Se despide de su madre que la mira pasar fugazmente desde la cocina y salta los escalones del porche comenzando una suave carrera sobre el césped del jardín frente a su casa, bajo su veloz paso, las briznas de hierba quedan aplastadas contra el suelo y las pocas hojas secas que aun permanecen caídas van apartándose a su paso para que nada la interrumpa en su huida, aun no sabe muy bien de que huye puede que corra para sentirse viva o porque cuando corre el flequillo se le aparta de los ojos y le deja ver el mundo tal y como es.

Al final de su jardín, un seto intenta impedirle el paso, pero no ha llegado hasta aquí para detenerse a abrir la puerta o rodearlo, asi que sus pies dejan el suelo unos instantes para volver a caer, esta vez sobre el camino empedrado que conecta su casa con el resto del mundo. Esos instantes de ingravidez hacen que se sienta libre, ligera, invulnerable aunque desgraciadamente sabe que solo es algo temporal, que solo dura hasta que vuelve a aterrizar en la realidad.

Su paso se acelera sobre el empedrado,

-“Si fuese un pájaro ya habría echado a volar” pensó ella.

El interminable camino que se pierde entre los árboles serpentea arriba y abajo entre el silencio del bosque, solo alterado por los trinos de los pájaros tan envidiados por la joven, llevándola hasta una zona mas alta desde donde se ve todo el valle.

Frena en seco y se acerca al borde de un gran desnivel, un paso más y no hubiera podido volver a casa a tiempo para el desayuno.

El café debía estar ya sobre la mesa esperando a que ella volviese, como cada mañana.

Quizá algún día ya no tenga que volver, quizá algún día sus pies no tenga que volver a tocar el suelo después de saltar sobre el seto o quizás algún día no pueda levantarse más, pero hasta entonces, seguirá bajando los escalones de dos en dos, seguirá usando los mismos playeros y seguirá corriendo para huir de algo que todavía ignora.

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