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Eterno y reciproco el dolor que jamás compartiremos.
En esta habitación hay estallidos—de luz— cuando te vas.
Cuando el ultimo vistazo robado es tan solo un furtivo
pliegue de tu camisa.
Con impotencia soy testigo de la desaparición de tus
esencias.
Se filtran entre las juntas, como río ahogado entre crueles
montañas.
Sería terrorífico sentir tus labios ahora, en la oscuridad
sorda.
Desdoblando el eco de nuestro último encuentro para
arrebatarme de nuevo el control.
Hay estallidos— de luz te digo— los he visto, aparecen cuando no miras. Juegan al despiste.
Jamás debiste marcharte, ya no queda nadie y pensarán que
estoy loco.
Que nunca ocurrió, que la luz nunca fue.