To live is to die.

"When a man lies he murders
Some part of the world
These are the pale deaths which
Men miscall their lives
All this i cannot bear
To witness any longer
Cannot the kingdom of salvation
Take me home."

Clifford Lee Burton (1962-1986)

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Mournville's Tales




La niebla fluía lentamente aquella noche entre las calles de Mournville. Las Farolas brillaban con luz tenue, como si les asustara mostrar los secretos ocultos que yacen bajo el crepúsculo. Las olas chocaban a lo largo de toda la costa de la bahía, fugazmente iluminada por el faro hasta el amanecer.
Era la noche perfecta para el crimen perfecto, pero nadie parecía darse cuenta de ello, hasta que un perforador grito rompió el oscuro silencio que envolvía la ciudad.

Mientras tanto, dentro de la oficina más pequeña de una calle sin nombre, del peor distrito de la ciudad, un hombre de apenas treinta años enciende el último cigarrillo de su paquete.
En el cristal translúcido de la puerta de su despacho, podía leerse lo siguiente:
Daniel Lichgate, Detective Privado.
Menudo tópico.

-¿Porqué sigo sentado en esta oxidada silla noche tras noche? Se preguntaba él.
La respuesta a esta pregunta estaba apunto de llegar, como un regalo del cielo, pero también como una brisa mortecina del infierno.
Daniel trataba de mantenerse despierto, pero las anteriores noches sin dormir no ayudaban.
Cuando estaba a punto de dejar de luchar por mantener sus ojos abiertos, un fuerte golpe en su vieja puerta le hizo sentirse completamente despejado y alerta.
Se aproximo a la entrada con cuidado para descubrir que ocurría, pero silencio fue todo lo que el detective halló en aquel oscuro pasillo. No había nadie a la puerta de la oficina, solo un paquete mal envuelto sobre el felpudo. Tomó el inesperado correo y lo colocó encima de su escritorio. No era fácil abrirlo sin dañar el papel, pero finalmente lo consiguió.
Dentro del paquete encontró un colgante de plata con un reloj cuidadosamente hecho a mano y un trozo de papel con un nombre escrito: Claudia Stillheart